Cada 30 de julio conmemoramos el Día Mundial contra la Trata de Personas. Esta fecha nos sirve como recordatorio del impacto que este atroz delito tiene en las víctimas y las sociedades en general. En esencia, la trata es un delito contra las personas que implica explotación extrema y niveles traumáticos de violencia. Está demostrado que las personas migrantes corren un mayor riesgo, entre otras cosas porque los tratantes se aprovechan de las vulnerabilidades de quienes se encuentran en situación irregular. Adicionalmente, datos recopilados por la OIM y sus socios en el CTDC, demuestran que mujeres y niñas en las Américas se ven afectadas de manera desproporcionada (el 80% de todas las víctimas identificadas en 2022), especialmente con fines de explotación sexual.
El lema de este año, «Llegar a todas las víctimas de la trata, sin dejar a nadie atrás», es un claro llamado a la acción para que todos redoblemos esfuerzos para poner a las víctimas en el centro de las acciones. Desde mediados de 1990, la OIM y sus socios han brindado protección y asistencia a más de 100,000 hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes, incluidos aquellos en riesgo de violencia, explotación y abuso. Aunque se han logrado avances importantes a lo largo de estos años, la pregunta sigue siendo: ¿cómo podemos llegar a más víctimas para protegerlas, incluyendo a nuestra región?
1. Potenciar los marcos globales y regionales para una mejor respuesta
Veintitrés años después de la adopción del llamado Protocolo de Palermo sobre trata de personas, es un logro notable que la mayoría de los países de nuestra región hayan integrado la definición global de trata en su legislación nacional. De hecho, muchos países de Centro, Norteamérica y el Caribe han tomado medidas adicionales para cumplir con sus obligaciones, por ejemplo, mediante la adopción de ambiciosos planes de acción que buscan abordar todos los aspectos de la lucha contra la trata, desde la prevención y la persecución, hasta la protección. En el caso de América Central, México y República Dominicana, se destaca la Coalición Regional contra la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes (CORETT), como un mecanismo gubernamental que ha adoptado un Plan de Acción Regional que aborda directamente las realidades transfronterizas de la trata y el tráfico ilícito de migrantes.
En las Américas, existe un impulso crucial para intensificar la lucha contra la trata de personas en el contexto de la migración irregular, y los marcos globales y regionales adoptados en los últimos años sirven como puntos de referencia fundamentales en este sentido. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible abordan directamente la trata en sus metas 5.2, 8.7 y 16.2, mientras que el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (PMM) dedica el objetivo 10 a este tema, pero también menciona la trata en otros objetivos, lo que refleja la necesidad de una respuesta integral para abordar este delito.
A nivel regional, la Conferencia Regional sobre Migración ha convertido la lucha contra la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes en elementos clave de su colaboración integral. De manera similar, la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección menciona ambos delitos como prioridades, con un claro compromiso de respetar los derechos de todas las personas migrantes y, específicamente, de las víctimas de la trata.
2. Enfoque en la identificación y referencia
Las Estimaciones Mundiales sobre la Esclavitud Moderna: Trabajo Forzoso y Matrimonio Forzoso, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Walk Free y la OIM, constatan que al menos 50 millones de personas vivían en situaciones de esclavitud moderna en 2022, con 28 millones atrapadas en trabajos forzosos y 22 millones en matrimonios forzados. El informe también señala que este número ha aumentado significativamente entre 2016 y 2021. Dado que solo se analizan dos formas específicas de trata, estas cifras son solo una estimación del número real (probablemente mucho más alto) de víctimas en el mundo.
Lo problemático es que las cifras de víctimas realmente identificadas son muy inferiores incluso a las estimaciones más conservadoras: el Informe Anual sobre la Trata de Personas en EE.UU. de 2023, por ejemplo, señala que en 2022 sólo 115.324 víctimas fueron identificadas por los gobiernos de todo el mundo. La estadística es aún más preocupante si se tienen en cuenta las escasas condenas de tratantes notificadas (5.577).
Para garantizar que ninguna víctima quede atrás, debemos aumentar la conciencia pública sobre este delito, incluido cómo podemos actuar ante las señales a nuestro alrededor. Al mismo tiempo, se requiere una capacitación dirigida a aquellas persona que están en contacto directo con las víctimas, como los guardias fronterizos, los agentes del orden público, los inspectores laborales, los proveedores de atención médica y los trabajadores sociales.
Sin embargo, no podemos detenernos ahí: es fundamental construir sistemas de colaboración nacional para que una vez identificadas, las víctimas puedan ser remitidas a procesos de seguridad y protección. Las víctimas de trata frecuentemente necesitan apoyo médico y psicosocial debido a la violencia y el trauma que han sufrido. Requieren protección contra sus tratantes, un espacio seguro, servicios legales y, en última instancia, necesitan apoyo para reintegrarse en la sociedad. Esto requiere la vinculación de diferentes sectores en un marco común que se centre en las víctimas y siga los principios y estándares de protección reconocidos.
3. Ampliando nuestro enfoque: nuevas alianzas
En último lugar, debemos mirar más allá de los actores tradicionales, incluso promoviendo un liderazgo más fuerte desde las propias comunidades en la lucha contra la trata. La trata está directamente relacionada con las normas sociales y las prácticas comunitarias, incluidas las normas de género y la protección de los niños, niñas y adolescentes. Empoderar a las comunidades para desarrollar campañas específicas, como la campaña «Piénsalo 2 veces», que identifican las causas subyacentes de la trata en el contexto y utilizan un lenguaje fácil de entender, ha demostrado tener un impacto mayor que las campañas masivas tradicionales.
De manera similar, el sector privado ha demostrado ser un aliado crucial en la lucha contra la trata, ya que el reclutamiento ético y las situaciones de empleo regular funcionan como barreras contra la explotación. La Iniciativa de Responsabilidad Corporativa de la OIM en la Eliminación de la Esclavitud y la Trata (CREST, por sus siglas en inglés), es un ejemplo de apoyo de las empresas a la defensa de los derechos humanos y laborales de los trabajadores migrantes en sectores clave. Debemos seguir construyendo alianzas inclusivas que complementen y refuercen las iniciativas implementadas directamente por los gobiernos.
Finalmente, debemos recordar que las propias personas sobrevivientes son las mejores voces para compartir las realidades y el impacto de la trata, estas también pueden ser una fuente de inspiración a través de su resiliencia y compromiso para interrumpir y poner fin al negocio de los tratantes de personas, y así prevenir el delito por completo. Solo cuando aprendamos a escuchar a las personas sobrevivientes de trata, podremos cumplir con la promesa central de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: no dejar a nadie atrás.