Reporte global presentó los resultados de un informe mundial sobre propiedad territorial y derechos de las comunidades indígenas y afrodescendientes.
Mientras la comunidad mesoamericana se enfrenta a retos acuciantes como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el desarrollo sostenible, un informe recién publicado titulado “¿Quiénes son los dueños de la tierra del mundo?” (Who Owns the World's Land?), elaborado por la organización internacional Rights and Resources Initiative (RRI), se ha revelado como una herramienta esencial para promover los derechos y los medios de vida de los Pueblos Indígenas, los Pueblos Afrodescendientes y las comunidades locales.
Esta es la segunda edición de este informe pionero; disponible íntegramente aquí, el cual aporta más pruebas a las ya existentes que confirman lo que los Pueblos Indígenas, los Pueblos Afrodescendientes y las comunidades locales siempre han mantenido: que son los mejores gestores de sus tierras y recursos. El informe enlista las recientes victorias jurídicas en tenencia de la tierra de estas poblaciones, como el reconocimiento de derechos del Pueblo Indígena Naso Tjër Di a más de 160.000 hectáreas de tierra y reconocimiento de los derechos de tenencia de la tierra y de propiedad colectiva en las Constituciones nacionales de varios países de América Latina. Sin embargo, a pesar
de estas victorias, de acuerdo al informe, la superficie donde los derechos sobre la tierra de estas comunidades son reconocidos solo ha aumentado un 0,5% en Mesoamérica en los últimos cinco años.
Defensores de la tierra Los bosques mesoamericanos contienen el 47% de las reservas forestales de carbono de la región, aproximadamente el 8% de la biodiversidad mundial y cubren sólo el 0,5% de la superficie terrestre.
Estos bosques sustentan a más de 5 millones de personas de más de 60 grupos étnicos y lingüísticos, que dependen en gran medida de los recursos naturales que proporcionan.
La Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB) gestiona el 24% de los bosques de la región, lo que equivale aproximadamente a 105.000 km². Estos bosques, el 40% de los cuales se encuentran dentro de áreas naturales protegidas, desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad. También son responsables de almacenar el 26% del carbono total que poseen todos los países de la región, que asciende a 3,6 millones de toneladas. La labor de la AMPB es esencial para garantizar la prestación continua de servicios ecosistémicos vitales tanto para los territorios como para el mundo.
Levi Sucre Romero, Indígena bribri y coordinador de la AMPB, señala que» Nos estamos uniendo para aprovechar estos avances positivos, para demostrar que el cambio es posible gracias a las luchas arduamente ganadas por nuestras comunidades Indígenas y locales en todo el mundo.
En Mesoamérica se encuentra una gran masa de bosques que dan equilibrio al planeta y, a pesar de eso, aumentamos solo un 0,5% en el reconocimiento de los derechos de la tierra en los últimos cinco años. ¿Cómo pretendemos lograr las metas de cambio climático a este ritmo? ¿Cómo vamos a resolver un problema de impacto global con un avance tan lento en el reconocimiento de derechos?».
Sara Omi, Indígena Emberá y presidenta de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de la AMPB, afirma que «Los objetivos están ahí, consagrados legalmente, ahora tenemos que pensar en alcanzarlos, por lo que demandamos a nuestros gobiernos poner en marcha los mecanismos necesarios para hacerlo de manera urgente. Tenemos que garantizar el reconocimiento y la protección de todos los Pueblos Indígenas en sus lugares culturales y sagrados. Tenemos que acelerar nuestra acción, ayudando a ampliar y promulgar las soluciones que nos dieron nuestros antepasados”.
Distintas organizaciones a nivel local y mundial han puesto de relieve la emergencia mundial que supone la degradación de los ecosistemas y el papel fundamental que desempeñan los derechos sobre la tierra para garantizar la conservación y la protección de los bosques, las fuentes de agua y la diversidad biológica y cultural pero, sobre todo, los retos a los que se enfrenta el reconocimiento de los derechos sobre la tierra, especialmente en el contexto de los países mesoamericanos, donde al menos el 15% de las tierras comunitarias siguen sin ser reconocidas, como concluyó el reporte de la RRI.